miércoles, 19 de enero de 2011

A las calles,... que los perros ladran y debe ser por algo.



Esos limites que marcas,
ignorando prioridades,..
en orden son en gran falta,
de mirada en principales.

Privilegios en destaque,
del vicio que le has cogido,..
a lo que das cual ataque,
limitando sin sentido.

Los cuentos que siendo míos,...

En la perrera tenían,
Dálmatas abandonados,..
esperando su acogida,
a cambio de ser adiestrados.

Pero el blanquito que era,
discriminado por todos,..
cual rebelde se mostraba,
sin haber quien le adiestrara,
salpicándoles el lodo.

Eso decían pues,
quienes mirando al revés,..
cuentan relatos absurdos,
del mirar que quieren ver.

Y resultó que al final,
en gran titulo real,..
era Cruella de Vil,
quien le dio vida sin más.

Y es que en mensaje profundo,
de erradicación de estilos,..
intentas crear tú mundo,
con borrones y pestillos.

Y esos perros vagabundos,
vigías de nuestras calles,..
te fueron cambiando el rumbo,
de esa perrera cual fraude.

101 Dálmatas había,
secuestrados en la farsa,..
del mundo que tú querías,
mientras ladrabas con guasa.

Y el perro al igual que el lobo,
se mueven con ese instinto,..
de ese hacer que ni los bobos,
podrán pintar en distintos.

Y el  pretender de la mezcla,
del cruce de la ignorancia,..
hasta el recuerdo protesta,
con gritos a esa arrogancia.
Pues el eco desentona,
removiendo junto al viento,..
y montañas fanfarronas,
devuelven ecos de inventos.

101 Dálmatas revueltos.

Raic Ordóñez,.. 2011