Me pidió que le acompañara a una institución, bueno, solo era una delegación de la fundación Intras, , aseguró que solo quería que le diese mi opinión respecto al trato. Todo me pareció normal.
En la primera sala o despacho, había una enfermera o así descrita por quienes se hacían eco en ese espacio y un par de acompañantes más, en la entrada, una ambulancia preparada que dando ápices de sospechas, nunca hubiesen sido descubiertas por tal trama. Una encerrona en todo aspecto, que sería descubierta pocos minutos después, cuando me aconsejaron que me dejara coger una vía en el brazo, puesto que era el protocolo a seguir.
En cuestión de minutos, me vi encerrada en una habitación de urgencias, donde aseguraban que todo era por mi bien,...
La psiquiatra que me hizo la analítica, aseguró que estaba mejor que ella, pero visto lo que terceros hubieran declarado en consentimiento de reducir mis derechos al vacío cuestionable, me recomendaba ingresar en agudos. Ignorante de los antecedentes que se crearían con ese paso, mis palabras fueron precisas. No se preocupe, me lo tomaré como unas vacaciones. Un mes ingresada, por haber sido humillada en mis derechos y expulsada de mi propiedad por acoso mediático y político camuflado.
Un mes en rehabilitación, para volver a enfrentarme a una vida destrozada en mil pedazos, pero esta vez con vigilancia inadmisible por la cordura que no destacan.
Una vida programada, que desconozco en sus desembocaduras y me paraliza en intención.
Un diagnostico,.... ( el silencio )
Raquel Ordóñez Marqués.
Continuara,..
