jueves, 10 de junio de 2010

La pasividad cómplice de los grandes poderes españoles 

Hace mucho tiempo que los grandes poderes de España debieron haber reaccionado ante el drama de Zapatero, declarándole "incapacitado" e impidiéndole legalmente que siguiera destrozando a España desde la Moncloa.

La Monarquía, la Banca, las Fuerzas Armadas, la Judicatura, los legisladores, la Universidad, los medios de comunicación, la gran empresa y otros poderes reales de la sociedad y del Estado no han dado la talla y han abandonado a España y a sus ciudadanos en estos tiempos terribles, permitiendo que el país, en manos de un insensato, perdiera su riqueza acumulada, gran parte de su prestigio, la confianza en sus líderes y la esperanza en el futuro.

Han acumulado mucha responsabilidad y culpa mientras se aprovechaban o contemplaban impasibles el abuso, el despilfarro, la injusticia, la mentira, el expolio, el fracaso y un cúmulo de errores intolerables en una democracia moderna que nos han hecho retroceder más de una década en la Historia.

Los ciudadanos españoles saben que el principal culpable del desastre de Zapatero es el PSOE, pero saben también que ese partido ha perdido el norte hace mucho tiempo y que ha sustituido el servicio al pueblo y al interés general por su obsesión por el poder, el privilegio y el dominio. En las autonomías donde el poder del PSOE es más fuerte, se practica con especial énfasis el abuso, el despiñlfarro, el dominio y la ineficacia. Andalucía, Extremadura y Castilla la Mancha son tres ejemplos demoledores de mal gobierno y de retraso como consecuencia del abuso y de la gestión ineficaz.

La ciudadanía española tiene derecho a sentirse frustrada y decepcionada, no sólo ante la Monarquía y los demás grandes poderes de la nación, sino también ante el sistema político y el mismo Estado, que han demostrado insolvencia, insensibilidad e impotencia ante las agresiones de un mal gobierno a la patria y a la ciudadanía.

La "casta" política profesional ha logrado en España no sólo adormecer una parte de la población y fanatizar a otra parte importante de la sociedad, sino que ha conseguido, también, esconder la verdad, neutralizar el poder de las ideas y maniatar a los grandes poderes e instituciones, todo ello para practicar el despilfarro y disfrutar sin obstáculos del poder y de sus privilegios, sin que tengan que rendir cuentas, sin controles cívicos y democráticos.

La situación de postración de España demanda cambios profundos y exigen que se instaure una democracia de verdad, con controles efectivos a los poderosos, con vigilancia ciudadana permanente y con instituciones blindadas que no sean víctimas de unos partidos políticos que deben ser urgentemente reformados y limitados en sus poderes para impedir que operen como mafias ajenas al bien común y al interés general.

Ni siquiera han reaccionado cuando la mayoría de los españoles, frustrados y consientes del deterioro de la nación, reconocen haber perdido la confianza en el gobierno (más del 70 por ciento en las encuestas) y reclaman elecciones anticipadas (más del 52 por ciento en todas las encuestas), quedando en evidencia que las grandes instituciones y poderes también han frustrado la esperanza que los ciudadanos, soberanos en democracia, han depositado en ellos.

Es el momento de sacudirse el yugo de los políticos ineptos y de las instituciones inútiles. Es la hora de solucionar los problemas de España instaurando una democracia auténtica, no el bodrio sucio que se creó en la Transición sin otro fin que sustituir al Franquismo en el poder.

Los bajadas de sueldos de los políticos, el abandono de coches oficiales y otras medidas adoptadas bajo el miedo y la orden de austeridad y sacrificio dictada por la Unión Europa y por el mismo presidente Obama no deben ser temporales sino permanentes. Los ciudadanos españoles y sus instituciones y poderes básicos no deben permitir que vuelva a reproducirse en el futuro el cáncer político y moral que ha representado la falsa democracia española y su principal reflejo, el "Zapaterismo", un poder descontrolado, arbitrario y torpe, capaz de destruir la nación y de conducir a todo un pueblo hacia el fracaso.

Para la España arrodillada actual, más importante y urgente que salir de la crisis es reformar ahora su sistema podrido y evitar que en el futuro vuelvan a afincarse en el poder sátrapas mentirosos, torpes, arbitrarios y arrogantes, capaces de conducirnos de nuevo hasta el fracaso y la pobreza. La única manera de lograrlo es instaurando una verdadera democracia fuerte, dotada de controles y cautelas iblindados e inviolables, que impidan a los ineptos y a los corruptos encaramarse al poder y secuestrar a la nación.


Jueves 10 Junio 2010
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.