domingo, 9 de junio de 2013

Los demócratas son proscritos y perseguidos en todo el mundo

Durante años, mientras investigaba para escribir mi trilogía sobre pensamiento político (*), descubrí que los políticos ignoraban lo que era la democracia. Pero aquella apreciación era incorrecta porque mas que ignorarla, la odian y la persiguen, hasta el punto de que ser demócrata hoy significa ser un proscrito, odiado y perseguido por los políticos en activo de casi todo el mundo. Es duro, pero es cierto.
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Los demócratas son proscritos y perseguidos en todo el mundo
Nada hay mas odiado y peligroso para cualquier político, de derecha o de izquierda, que ser un auténtico demócrata. Te etiquetan como adversario y te tratan como si fueras un poscrito. Ningún político aceptaria que siente ese odio hacia la democracia auténtica, pero es tan real como la vida misma y ese odio constituye hoy lo que probablmente sea el mas inquietante y sucio rasgo de la política mundial en los inciios de este siglo XXI.

La democracia auténtica es de inspiración liberal y desconfia del Estado, de los gobiernos y de los políticos profesionales. Es un sistema paradójico porque genera confianza precisamente porque se basa en la desconfianza. La democracia es un sistema de cautelas, contrapesos y cerrojos ideado para controlar el poder del Estado, de los gobiernos y de los políticos profesionales, a los que obliga a soportar una prensa libre capaz de fiscalizar a los grandes poderes, unos poderes básicos del Estado separados y compitiuendo entre si, una sociedad civil fuerte, capaz de servir de contrapeso al poder político, una ley que sea igual para todos y un sistema electoral que permita al ciudadano elegir libremente a sus representantes, ademas de una serie casi interminable de controles a los partidos y a los políticos, orientados a limitar su poder y a reprimir sus tendencias hacia la opresión, el poder absoluto, la corrupción y el abuso de poder.

Parece lógico que un sistema así sea odfiado por unos políticos que han perdido todo rasgo amateur y que militan en los partidos para hacer carrera, disfrutar del poder y permanecer en la élite el resto de sus vidas.

La democracia y los demócratas son los lógicos enemigos de esa clase política profesional, cuyo objetivo principal no es ya el servicio, ni el bien común, sino el control y disfrute del poder.

Haga usted la prueba y discuta de democracia con políticos, de derecha y de izquierdas, y verá como siempre terminan, después de sentirse acusados, por decir algo así como "la democracia no tiene importancia; lo importante es gobernar bien".

Ellos, cuando dicen eso, no saben que están renegando de la democracia verdadera, porque lo importante en democracia no es gobernar bien, sino respetar las reglas y someterse al sistema.

Nuestros políticos han hecho todo lo posible por dinamitar los controles, cautelas y cerrojos de la democracia. Han eliminado casi todos los controles que limitan el poder, han expulsado al ciudadano del protagonismo político para que no pueda vigilar ni controlar el poder; han sometido a los poderes Judicial y Legislativo al control del Ejecutivo, han ideado las listas cerradas y bloqueradas para que sean los partidos y no los ciudadanos los que elijan a los representantes y dirigentes y han adulterado las leyes para que ellos sean impunes y para que sean suaves con los amigos y severas con los adversarios.

Rajoy dijo no hace mucho una frase que resume con todo el dramatismo el odio y la desconfianza que los políticos tienen con respecto a la democracia. "No he cumplido mis promesas electorales, pero he cumplido con mi der", dijo el político español, ignorando quizás que la democracia es precisamente lo contrario y que la garantía de los ciudadanos no reside en q que él crea que cumple con su deber, sino en que respeta las promesas y las normas.

Hitler y Stalin, dos campeones de la antidemocracia y dos ejemplos recientes de tiranía salvaje también decían que lo importante no era la democracia sino gobernanr bien. Hítler centraba su gobierno en hacer grande a Alemania y en exhibir la superioridad de los alemanes, mientras que Stalin concentraba su esfuerzo de gobierno en fortalecer el poder de la revolución, que era su propio poder, aunque tuviera que asesinar a decenas de millones de ciudadanos.

España es uno de los más inquietantes ejemplos mundiales del odio de los políticos a la democracia y a los demócratas. Los políticos han hecho saltar todos los controles, cerrojos y cautelas y se atreven a robar el dinero público, a nombrar jueces y magistrados en los grandes tribunales, a interpretar la ley de manera capciosa e interesada, a expuklsar al ciudadano de todo proceso de toma de decisiones y de influencia, a invatir y ocupar la sociedad civil y a vivir dentro de una obscena impunidad que les ha permitido saquear las cajas de ahorros, estafar a millones de ciudadanos con las participaciones preferentes y convertir a España e uno de los cinco paises mas corruptos y con una clase polític mas depravada del planeta, según denuncias de la prensa norteamericana.

Ser demócrata en España es ser un tipo incómodo que pone en evidencia los abusos del poder, que afea a los políticos su mal gobierno, el hecho de que suban impuestos de manera brutal en vez de adelgazar el Estado, plagado de enchufados y de militantes inútiles con carnñé de partido, gente capaz de denunciar los abusos y de luchar por un mundo mejor, impidiendo a los políticos que ejerzan lo que mas sueñan y anhelan: la disctadura de las élites de los partidos, sin limitaciones ni frenos.

(*) "Democracia Secuestrada", "Políticos los nuevos amos" y "Periodistas Sometidos, los perros del poder", tres libros de Francisco Rubiales moreno editados por Almuzara.


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Domingo, 9 de Junio 2013
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