En el saber que por los medios se promovía la vestimenta que llevaba aún sin salir de casa, tape los espejos y evitaba la televisión, factor que se mete en tu casa y te hostiga para que alcances la locura, a través de los enchufes salían hologramas que intentaban enchufarte , hostigarte a todas horas, meter caras de aquellos que querías en la comida y noticias de fallecimientos en las torturas que revivías en sus vivencias sintiendo en tu cuerpo todo el castigo que le dieron. Órganos eran partes de la nevera , y el pescado de nochebuena un amago de infarto que desemboco en un desplomar de todo el cuerpo en la escalera del portal al buscar respiro y ayuda, suéltala decían las voces en mi cabeza y llego la asfixia.
Amenazas de un cuchillo en el cuello de un ser querido era la opresión para que cediera en el abandono de permanecer lejos para su supervivencia, rabia dicen ante el terrorismo que somete en las sombras del encierro que te provocan esos actos de un poder corrupto, desde que la vida es vida, desconozco ese vivir que otros mantienen y tampoco me entretiene ese vivir que se repite en la tortura al ser humano, porque en si lavarse manos es cuestión de algún pilatos y el que friega rompe platos en su hacer.
Yo averiguo de la muerte los motivos,
que escondidos se camuflan al pasar,...
y por tanto hipocresía es lo que digo,
que jamás podré cursar.
Me amenazas y me río,
por que en si siguen el rastro de tus actos,...
y si al tanto te sonrío,
es que sufro su maltrato.
Por lo tanto no me digas que sostienes en sospechas,
lo que en mismo en si la vida me repite en su pasar,...
pues tus actos son las flechas,
que escondiendo han de matar.
Lo que pasa es que te crees que en la vida nadie ve, y parece que es mentira por que sufro tus castigos, mientras muertes son testigos de tus actos.
Raquel Ordóñez Marqués.
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