miércoles, 28 de septiembre de 2016

Mi querido Dracull,...

En esa espiral de pinchos que de vueltas, rehenes son vidas, se vive apresado en un zarzal.
Recogiendo las siluetas a su paso, como si fueran plásticos amoldables al hecho y provocando un dolor desconsiderado, donde el clavar constante pincho tras pincho, fuese del amarrar un someter asegurado.
Dolores de cabeza,...

Asu está en esos escalones del altivo, que desconsideradamente arremeten contra todo el entorno.
Sus obligaciones son ninguna de pronunciar, hasta el pasar por completo del respeto que a otros debe.
Su comportamiento es barriobajero y vulgar, a modo de gobernanta sin escrúpulos de la realidad.
En este cuadro, es difícil acomodarse en algún personaje que pudiera ser objetivo de posturar.
Por otro lado, Coreses queda lejos de esa mirada en rechazo que ya venía degustando en sentir ajeno.
Un lugar tan frío en las perspectivas, como de igual modo en planificación de un variar de casos.
Lugar donde se aparcan los parásitos de estudio en disimulos y contrariados.
A veces me pregunto si podré soportarlo, aunque por otro lado, estoy segura de no alcanzar esas metas.
Finalidades fuera de cobertura desde mi punto de vista.
Tan triste vivirlo,...

Raquel Ordóñez Marqués.