lunes, 30 de enero de 2017

Los gritos del tiempo,...

                   En esa gran espiral, en la que la misma mente en intención de probar y comprobar va aprendiendo, un grave dilema que no se cuestiona por pruebas que existen. ( y es que está la vida ).
En el mismo aprendizaje, son multitud de mentes, las que recogiendo datos, en el mismo paso se deciden a probar, para ir viendo lo que de la mente es cuestión de asimilación como defensa.
Unos y otros no caen en la cuenta de la gravedad, a la que se arriesgan. Se iban enlazando en sí mismos , probando todos lo mismo en el silencio de escapar de una realidad que les atrapa hacia una pesadilla. O con la intención de sentirse más poderosos en esa codicia que existente es un permanente en la misma tentación.
Quién les iba a decir, que aquello que iban probando para mantenerse, sería de igual modo una espiral que les encerraría por siempre de no poner remedio todos juntos y pelillos a la mar. Para no entrar en un círculo vicioso, que en hechos, se repiten en el mismo paso del tiempo, siendo presas de sus propios actos en el mismo repetir, hasta la aniquilación de su propio ser.

Es como un ajusticiamiento, que se juzga en el trascurrir de la vida, cobrándose en proporción lo que de a otros juzgar y desear en males, es condición de un sentimiento profundo, cual definición misma en odio, fuese de un cumplirse para detallarse en hechos. Al igual que con cualquier otra palabra, que de trasmitir es en sentimientos lo que se pronuncia cual verdad.Y es del paso del tiempo, intención que subscribe y magnifica el cometido o intención.
De ahí que el lenguaje en sus fines, no sea un trasmitir sino batalla para la supervivencia, pero en sentidos de orientación confundida cual sentimiento manda, llegue a ser un arma letal.

Raquel Ordóñez Marqués.