sábado, 7 de noviembre de 2020

Rumbos perdidos,...


Suma en la tristeza en los mismos días, tiempo que entristece la misma ventana, lamento en los vientos del llanto callado, penas que se arrastran de un acumular, aquellas que guardan luto en el silencio, que no han abrazado a ese consolar, que dice en el tacto lamento tu pena.
Miedo se acumula y de la misma forma, en esa cuneta, la que aísla el paso del mismo contacto, siendo del continuo de un paso seguido que todos hacemos. Caminamos juntos aunque en soledad, deseando en modos un mismo final, se han callado ecos de aquellas tertulias, límite es que ponen en el mismo espacio, límite y silencio que suma los riesgos de esa pandemia tan desconocida.
Es un atropello que acota sentidos, que en misma ansiedad agota las ganas, y evita en costumbres risas de alegría, que son en terapias única salida de esta frustración. 
Me dicta conciencia mirando la vida, sintiendo latidos de este palpitar, que acelera el pulso y la respiración, expresa ese miedo que avanza en la edad, que pone en el riesgo a generaciones que siempre lucharon y dieron su fruto contando los libres que hoy mudos se encuentran.
Quizás es un cuento de crudo final, y va en pesadillas de un sueño profundo, quizás si despierto me puedo agarrar a un grito real que retumbe en ecos.
Y miro con pena la calle desierta, murmullos, palabras se fueron callando, contemplo un paisaje al que solo ese tiempo le pone cortinas, y miro ese cielo grisáceo en su triste,  llorando entre pausas de algún aliciente,  los libres atados, los muertos creciendo, la vida enfermando en el mismo contar, y pienso en salidas.

Te doy aliciente en ese seguir, 
que te hace importante por ser solo tú,...
mostrando en caretas lo que es sonreir,
brindando en tu entorno misma gratitud.

Si ves la importancia que tienen las cosas,
sabrás que tu importas lo mismo que aquel,
que muestra belleza cultivando rosas,
o paisajes pintados de igual menester.

Las penas los males persiguen de siempre,
a todos nosotros en el mismo igual,...
o aquellos ilusos que van permanentes,
soñando que en ellos no hay cuento y final.

Te abrazo, te miro en mi propia mente,
te digo adelante tu puedes con esto,...
porque de la vida vienes siendo fuente,
y por tus virtudes te devuelvo el presto.

Raquel Ordóñez Marqués.