El peor enemigo de todos es la realidad, ese paréntesis que nos expone ante los conocimientos de todos aquellos que han superado ciertos estrés psicológicos, que les hacen vivir en la cruel realidad de aceptar la vida tal y como viene.
Difícil es para todo el mundo, aceptar las circunstancias que se les viene encima, aquellos que viven con soltura y solvencia también llegan a la enfermedad y deben afrontarla tarde que temprano.
La inmortalidad solo es el sueño que los mantiene en esa postura de egocentrismo que asegura un futuro para un despertar de ilusiones. Para ello, tendrían que acabar con la enfermedad y eso es algo más complicado que combatir ese cáncer que los atrapa en el camino.
La vida es un escenario, donde la obra es el sorprendente de ese día a día que va afianzando un guión.
Es la misma historia que queda impregnada en el tiempo, único testigo que va asegurando los pasos vividos.
Dicen de la muerte, misma compañía que nunca te deja, siempre te acompaña, y por la eternidad de los siglos es quien te cobija, miedo a ese desconocido que avista en oscuros, a quien todos temen.
Dejo como huellas de un quizás futuro,
tiempo que dedico en ese aclarar,...
siendo de agonía pensamiento en duros,
que igualando a todos es mismo final.
Dejo la alegría de entender la vida,
y dar en constante ese para bien,...
que entendiendo a todos en un solo día,
solo causa intriga y muestra desdén.
Dejo las palabras que cosiendo en versos,
son ese bordado de letras seguidas,...
y dejo pensamientos y tan solo eso,
y escribiendo dejo casi misma vida.
Raquel Ordóñez Marqués