jueves, 3 de noviembre de 2016

Mi querido Dracull,...

Profundizando en saberes, penetran en las entrañas tentáculos que todo lo invaden,.. haciendo hincapié en los gestos obligados. Manos descolgadas en esa burbuja que atraviesan en forma de silueta personal y que de la misma forman parte los órganos que invaden. Agujas o varitas que atraviesan perforando en daños reales.
Se descomponen y retuercen los cuerpos flotantes, en giros que encajan sus partes externas, apresando los movimientos y atrapándoles en encierros que maceran los tiempos.
Los chasquidos del cráneo, suenan a astillas quebrantadas por  las constantes perforaciones,obstrucciones del propósito en el vagar.
Como si los pensamientos fueran alivio de pareceres, intercambias los finales en el deseo de meditarlos, se van liberando dependiendo del gusto momentáneo.
Siendo en el sentir la apreciación de un malestar generado por la sensación de pelo asfixiante.
Los movimientos son bruscos, de tirones en el esfuerzo de liberarse y el apreciar de los sentidos se queda en un aislado mental, donde todo obstáculo es flotante. ( Los cuerpos están vivos ).
Horas más tarde, desde la altura de la cabeza, salientes son prolongaciones de cuerpos que se balancean y que empujan la silueta haciéndose paso e incomodando al mismo ser de sus derechos.
 Movimientos esporádicos son fruto de una manipulación externa,... una comunicación entre gestos, en la que las voces son ausentes, mímica y acierto.
Paralelos en espacio movidos por la mente, acuse de apreciación, en obligación de la misma vida que te conduce en determinantes desconocidos. Y que te va clavando todo tipo de punzantes para hacerse ver en el dolor.
Como si los tiempos se movieran y tuvieran pretensión de comunicarse incluso a la fuerza.
 Intentando penetrar en el cuerpo y traspasarlo,obligando a un sin fin de malestar general del que preferiría no ser consciente. Escudos humanos que visualiza la garganta en degustación.

Será el otoño con sus costumbres en la caída,...

Raquel Ordóñez Marqués.