como toro de miura en ver,...
y lo hacía con malicia y vicio,
una y otra vez.
Las palabras ya no son recurso,
pues la ira es del mismo llevar,...
a niveles que no son del pulso,
de un poder hablar.
Ya no oye sordo se ha quedado,
la mirada perdida y lejana,...
y es que el mundo solo le dejado,
agotando pues sus ganas.
El trayecto de la hipocresía,
no le deja función por llevar,...
por que antes todos le querían,
cual silencio dar.
Iba un loco decían al paso,
relatando en grito abierto sus hazañas,...
iba un loco y no le hacían caso,
recorriendo la montaña.
Las verdades retumbaban en los ecos,
la batalla personal de la locura,...
y es de todos el pasar por estos retos,
cual debate una tortura.
Casi inmóvil pues avanza cuatro pasos,
mira inerte el opaco que le ciega,...
de la cuenta que le trajo a este fracaso,
quien embiste y en palabras nunca ruega.
La locura ya se ha hecho permanente,
y el silencio le acompaña día a día,...
vive solo rodeado de esa gente,
que aunque miren nunca a él nadie veía.
Raquel Ordóñez Marqués
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