Y los cuerpos se retuercen mientras clavan y atraviesan, con los pinchos que en rosales describir seria enorme y traspasan esos cuerpos y los dejan enroscados, y en el tiempo es un acuse de dolores que suponen.
Triste es y lo confieso mientras mismos aspavientos, convirtiendo en esos gestos movimientos espontáneos, que reducen el derecho y también la libertad, torturando en esta vida de los libres los que tiene y saciando con sus actos, alimenta la maldad.
Descompones como un chicle que se estira con las manos, la intención que todos tengan mientras sufren consecuencias, y corriges como prenda que se paga en juego simple, pero mueves solitarios, que se diga y que renieguen, en aislados que el silencio ya te obliga en el estigma.
El estigma es una estaca que te apunta a los vitales y defensa es un derecho que me acerca a sus iguales, exigiendo la cordura que te escucha cuando hablas, sin mirar a esa locura que te marca su etiqueta, y quitemos pues caretas, de esta cruda realidad, lo demás un inventar que especula en opiniones y me tocan las opciones,... cuando son de conjugar.
Hoy te juzgo en tus medidas porque voy en otro exacto,
y me quedo satisfecha en la forma de exponer,...
porque dicen que la vida te devuelve el mismo trato,
y vivir es otro cuento que hay que ver para creer.
Raquel Ordóñez Marqués.
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