En la vida el rastro que llevamos, es el rastro de muchos otros que estuvieron antes, rastro que identifica las vivencias que tuvieron aquellos que percibieron a la vida. Dependiendo de la sensibilidad, las vivencias pueden ser igual o similares, dependiendo de igual modo de tus conocimientos para superarlas o contradecirlas en el mismo pasar o suceder. Y la misma sensibilidad puede ser un arma de doble filo, cuando al percibir sufres incluso el dolor, porque todo se magnifica ante esta situación y pudieras perder el control a esa estabilidad que te sujeta en la cordura, haciendo tuya la vivencia y cayendo en una espiral, que se convierte en circulo vicioso hasta que des con la clave para evadirte.
En el pasar de las personas de nuestro entorno, vivimos situaciones que nos son familiares y que de igual manera pudieran ser hostiles, a consecuencia de las intenciones que se tuvieran, ya fueran tuyas o de otros. Esto se repite en la constancia, hasta que superes emocionalmente la secuencia.
Como cuerpos flotantes, pasan descolgados en el peso que soportas en tu silueta, y la mente es quien dirige donde debe ir cada pieza del puzle. Suelen no encajar, aquellas que por controversia son el contrariado del mismo pensar.
Rudo es el dolor que me va causando,
tanta hostilidad que en el mundo queda,...
y estos que al pasar no fueron andando,
son la misma pena que el pasar se lleva.
Vida que se cuelga en una cadena,
que al pasar te deja lo que mismo dé,...
siendo cual vivencia la misma condena,
que repite plato con igual mantel.
Cuerpos descolgados sobre siluetas,
unos que se ríen otros van llorando,...
muchos que varían en sus mil caretas,
porque todos pasan mientras van hablando.
Raquel Ordóñez Marqués.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.