domingo, 19 de agosto de 2018

Este mundo enfermo,...

Durante la vida te vas dando cuenta de todo el enredo que supone luchar por derechos, derechos que son de acuerdos pasos a seguir para una mejor vida y de igual modo adquirir por escrito lo que sería opción de debate y discusión en vuelta de su origen o cerrados de mollera.
En el supervisar de noticias y respuestas de comentarios hechos como resolución de qué opina la sociedad, te encuentras en su mayoría con respuestas de la antigua usanza, donde por crear polémica y considerarse más duros, son capaces de volver al pico y pala de antiguamente, para utilizar como venganza de sus propias frustraciones.
Es cuando te das cuenta de que el avance de las mismas luchas por derechos, está en la palestra como caso en permanencia de un llegar a acuerdos.
La ignorancia del avance, no es acogida por la tolerancia e inteligencia que se debería requerir para dichos comentarios, fuera de lugar y curso, puesto que pueden acarrear una batalla sin final en un mundo que presume de asimilar la misma historia que muestra, como recurso de aprendizaje en sus propios errores.

A veces, me pregunto si todo este gentío de indiferencia al avance, será de diagnostico por describir, bajo conceptos apropiados a la misma intolerancia que muestran.
Como bien sabemos o al menos deberíamos, del mismo deducir de la vida en edades consideradas de maduración, las controversias son de los sentidos un variar de circunstancias, que de forma descontrolada pueden interferir en la vida del entorno, tanto positivamente como negativamente.
Linchar a través de los medios disponibles para desconsideradamente y en oficio de no saber todas las causas ni recursos existentes contra alguien, por el simple y mero hecho de opinar en arrastre de lo que los ecos lleven o traigan, suele ser algo cotidiano en el que hacer diario de personas desocupadas.
Personas que analizadas o con un seguimiento de su proceder, nos darían diferentes patologías por describir en cada caso.
Bien es sabido, que el mundo está enfermo, pero es una enfermedad de costumbres añejas que pasan de generación en generación haciendo de la misma costumbre una enfermedad crónica.

Raquel Ordóñez Marqués



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