El problema no es el modo, son las formas, la intención configurada, lo que al empezar acaba donde pongas las barreras, donde haces lo que quieras con caretas y disfraces, donde son todos capaces de zanjarte las cuestiones, y ahora va en las intenciones, decisiones que tuvieran, decorar teatro que fuera, y sacarlos a bailar, y los vas hipnotizando entre cantos de sirenas, y te cuentan de sus vidas las intrigas que mantienen, y si solo se sostienen se conforman. Y encerrados en su círculo maldito, se sostienen siempre con el mismo pie y se quedan con el dicho que es un mito, en caminos predispuestos a merced.
Ya no quedan inclusivos que en ovejas, siendo zorro quien dictase el mismo texto, con el margen tan pequeño que nos dejas, en excusas mismo expone su pretexto. Las escuchas solo son un cotilleo, que recrea los pasillos y las salas, y te entra por la espalda un cosquilleo, que en defensa es mejor buscar las tablas. Una plaga de misterios y sucesos, un enredo en cometidos que disponen, perseguir al que no sigue este progreso, y saber que si te falta tu lo pones.
Hoy se esconden todos en sus mismas prisas y entre sombras se mantienen a distancia, y es el miedo lo que saca propias risas, cuando el tiento ya destaca su elegancia.
Raquel Ordóñez Marqués.
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