Se despiertan fantasmas de un pasado reciente, que en dilemas te llevan a la misma locura, pesadilla y tortura de esas manos que siempre en clavarse son uñas lo que dejan de muestra. Hoy se sacan lamentos que profundos estaban silenciados por dentro, rememora el recuerdo con el tiempo en sus justos y se ajustan vivencias que no lleva el olvido, mira es el castigo de esta gran memoria, recordarlo todo.
Dientes simulaban los mismos mordiscos que daba la vida, sensación que atrapa secuestrando el alma entre mismos suspiros. Esos que te digo me dejan sin aire y es cuando los rezos surgen y hacen presto, presto de un continuo que arrastra lamentos, sin más argumento que lamentación.
Dicen que los días nublan las miradas que ya siendo tristes buscan desahogo, y yo me abandono a esa almohada de llantos que aflige el sentido, sentido que pierdo que igual me abandona en el mismo dolor.
Ya no existe el miedo pero está la intriga que guarda mi asfixia, y es que la ansiedad se clava con fuerza en mi humilde cuerpo, lleno en dentelladas de huellas siniestras, que atrapan las partes sensibles al tacto, ya llegan al cuello los grandes colmillos llegando al costado, metiendo en profundo males y cizaña, eso que la ira desborda en sus gritos, euforia que vierte este sin sentido.
Cerrando los ojos, me meto en paisajes que pinto en recientes al gusto y deleite de esta mente turbia, que encierra en constantes las tierras de Mordor en sus pesadillas, y viajo en los sueños que en misma ilusión son del sentimiento colchón de esta cama que va caminando, con piernas pintadas de imaginación.
Y entonces me duermo,...
Raquel Ordóñez Marqués.
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